Los Gelíticos

Un día de reflexión, previo a las elecciones, da para mucho. Pero sin duda hay un asuntillo que nunca se nos puede ir de la cabeza. Sólo hay que levantar la vista... y... ahí está!!! Con su cara de almeja revenía!!! Es un gelítico.

Esta raza en cuestión es muy peculiar. Al igual que ocurre con las cigarras, es un animalillo que podría pasar desapercibido, si no fuera por ese continuo, agobiante e indiscriminado ruido que hacen continuamente (más aún a la hora de la siesta, tan típicamente española). Ese ronroneo constante puede ser peligro para la salud... ya os imagináis... dolor de oídos, inflamación del tímpano, destrucción de la cadena de huesecillos, irritación del nervio auditivo. Dicho nervio, muy sensible a los gelíticos, puede provocar unas ganas incontenibles de fumar, esnifar cocaína, arrancarse de cuajo las orejas e incluso podemos llegar a cometer un homicio. Dada su peligrosidad, 10 en la escala de Lo (que va del 1 al 10), aportaré unos datos para su rápida localización en el entorno laboral.

Un gelítico, en lo que a apariencia física se refiere, es similar a Blas (el de Barrio Sésamo). Su cábeza, tendente a los cítricos, sufre además una serie de malformaciones bastante llamativas... es decir... no hay quien le quite la cara de gilipollas.
Un gelítico, dada su apariencia, siempre tratará de aprovecharse de su situación "aparente" de disminuido psíquico ( algo que no es en absoluto). En el momento en el que se le recrimine haber cometido algún error en el trabajo (algo habitual, por cierto), adoptará la típica actitud de: "ay!!! no lo sabía!!!". Y por supuesto, segundos después, volverá a cometer el mismo error, obviando por completo las recomendaciones del resto de los compañeros.

Un gelítico siempre está en comunión con Dios. Pero no con el Dios de todos los mortales, no. Es un Dios especial. Es aquel Dios que sólo atiende las necesidades de aquellos que pagan su entrada al cielo con tarjeta Visa Platino o en efectivo con billetes de 500 euros (lo de hacer buenas obras para entrar en el paraíso, olvídenlo). No hay más Dios que ése, y por supuesto, cualquiera que no crea en él será directamente fulminado por el brazo todopoderoso de Rouco... perdón... de Dios.

Un gelítico es aquel ser que asegura practicar el sexo a diario y en cantidad. Esto tiene truco. El sexo, no es en pareja, sino en solitario. 5 pajas diarias y, a posteriori, 5 ave marías para obtener el perdón sagrado.

Un gelítico no sabe sumar. Confunde uno o dos con un millón o dos millones. Y que decir de los colores o del resto de las razas. Un aguilucho se convierte, a sus ojos, en un lindo e inofensivo jilguero.

Un gelítico puede convertirse también en espía... sí, sí, en espía. Ojo cuando critique a sus jefes... mire a su alrededor, porque un gelítico puede estar escuchando a la vuelta de la esquina.

Y hablando de jefes... un gelítico siempre es el niño mimado de los superiores. Sólo hace falta un gesto suyo para que un gelítico se ponga a trabajar como una fotocopiadora. Nunca esperen que un gelítico haga algo original. No. Un gelítico siempre hará burdas copias de la realidad, y de una realidad que ya de por sí, distorsiona.

Señores, señoras, niños y niñas... los gelíticos son muy peligrosos. Son capaces de deformarnos, incluso a nosotros, los clips. Pero hay manera de luchar contra ellos. Pero podemos dar un consejo. Compren formol e introdúzcanlo en dosis altas en un Actimel. No se podrá aguantar. Es como el sol para las plantas, como el frío para el hielo, como el agua para los peces, como la carne para las pirañas!!! Imprescindible!!! Aún así, sabemos que un Actimel empaparruchado de formol no servirá para acabar con él, pero al menos, le mantendrá dormido durante un largo rato. Suficiente, créanme.

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