Las Betis

Sin duda todo el mundo recordará "Beti la fea", aquel culebrón colombiano que emitieron hace unos años por televisión. La trama se centraba en una mujer, Beti, fea como un demonio, pero inteligente hasta la saciedad. Beti se enamoraba de su jefe y poco a poco se transformaba en un ser bello e inteligente.

No todas las cualidades de este personaje de culebrón se corresponden con nuestro "personajillo"... nuestra Beti.

Al igual que en la serie colombiana, es fea como un demonio, incluso padece un problema del que adolecen muchos por aquí... es el problema de la involución. Nuestra joven Beti, cierto es que nunca fue muy bella, pero todos los clips sabemos que un brochazo de colorete por aquí, otro brochazo por allá, algo de rimel, una camiseta limpia y una sonrisa con personalidad, te dan la posibilidad de aumentar tu belleza en un tanto por ciento. Reducir ese porcentaje es difícil, pero individuos como Beti consiguen sufrir una involución en su belleza digna de estudio.

Pero más allá de la belleza, el problema de las Betis es cuando la involución se refleja también en su trabajo y, sobre todo, en su educación. Nuestra Beti (al igual que en el culebrón) se enamora del jefe... aunque más que del jefe (porque en nuestro caso sería casi como enamorarse del yeti), se enamora del poder que éste ostenta.

Esta obsesión, por demostrar a los que tienen el bastón de mando, que ella es más servil que nadie en el trabajo, la lleva a mostrar su lado oscuro contra los clips. Pierde la educación (si alguna vez la tuvo) y se permite el lujo de poner malas caras y observar con gesto de reproche a aquellos que no son como ella. Dicho gesto se convierte en un auténtico rictus similar al brillante Nosferatu de Murnau.

Nuestra futura chupasangre tiene, sin embargo, muchos defectos, gracias a los cuales, ella misma caerá por su propio peso. El haber sido tan, obviamente estúpida, de asumir que un gelítico ejerza de su maestro en el trabajo, no la colocan precisamente en buen lugar. Aprendiendo con este personaje (que ya mereció en su momento un capítulo, y que sin duda merecerá alguno más) no esperamos que permanezca con nosotros mucho tiempo... eso sí, lo suficiente para provocarnos algún que otro momento de mala leche y, por supuesto, para tener su pequeño rinconcito en nuestro bestiario. Porque en cuanto salga de aquí tendrá que ir a parar a otro lado y prefiero advertiros... os deseo suerte, clips!!!

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