Doctor G

El apodo Doctor G puede entenderse de distintas formas.
1. Doctor G= Doctor Gilipollas
2. Doctor G= Doctor Gandul
3. Doctor G= Doctor Garrapata
4. Doctor G= Doctor Garrulo
5. Doctor G= Doctor Grimoso
6. Doctor G= Doctor Gomoso

Cada una de estas acepciones valdría para describir a Doctor G, el protagonista de este nuevo capítulo del bestiario.

Según la primera definición, Doctor G, de Gilipollas, creo que carece de cualquier explicación.

La segunda definición, Doctor G, de Gandul, hace falta aclararla un poco más. Un doctor G es un gandul porque efectivamente su trabajo brilla por su ausencia. Pero un doctor G siempre hará creer a los demás que es imprescindible para el correcto funcionamiento de la empresa (algo así como lo que en su día comentamos de las Meninas). El problema es que el doctor G ocupa un cargo de supuesta responsabilidad en el trabajo, lo que en realidad supone un verdadero obstáculo a superar. Porque no hay nada más inútil que un jefecillo que ha ascendido sin ser capaz de ocultar su ineptitud ejerciendo, eso sí, un maravilloso trabajo "oral" (ya sabeis a qué me refiero con oral...).

En cuando a Doctor G, de Garrapata, me refiero a esa facilidad con que suele convertirse en parásito hundiendo su agijón en el culo de su superior. El jefazo no puede quitárselo de encima, por lo que adopta una actitud más condescendiente con él. Lo mejor, convertirlo en jefecillo, y ya que está adherido a su culo, por lo menos que sea útil en su proyecto final: convertir el trabajo en el gran circo de las garrapatas. Porque un Doctor Garrapata, al igual que las pulgas, es amaestrable. Tras una sola lección es capaz de saltar a través del aro y dar por culo al clip que espera abajo.

El Doctor G, de Garrulo, es por su falta de conocimientos. Ya sea a nivel intelectual, aquello que le han aportado los estudios, o bien, dada su juventud y sus pocas ganas de aprender, la carencia total de experiencia en la vida laboral.

Un Doctor G, de Grimoso. Prueben a acercarse a un doctor G... produce auténtica grima... ya sea por los cuatro pelillos que tiene por barba, como por el tono engolado de su voz. Escucharle provoca tanta repulsión como un arañazo sobre una pizarra... aunque a veces no podemos, si quiera, reprimir un ataque de risa frente a su fallido intento por convertirse en hombre.

Un Doctor G, de Gomoso, es de fácil explicación asemejándolo con un objeto conocido por todos. ¿Se acuerdan del "blandiblu", aquella masa viscosa de color verde que chorreaba cual moco por nuestras manos? Bueno, pues un Doctor Gomoso es algo parecido. Es pegajoso como un chicle. El problema es que si te lo metes en la boca descubres que se trata de una masa amorfa imposible de digerir... y cuidado, porque además puede anclarse en tu paladar o cuerdas vocales e impedirte respirar. Es capaz de acabar con un clip en un segundo o provocarle una agonía de por vida.

Pero hay una solución... tiene un defecto. Deja abierta la tapa de un bote de blandiblu y verás como en tan sólo unos días se seca, se convierte en una masa informe dura como una piedra que tan sólo tendrá una utilidad: convertirse en pisapapeles. Y todo el mundo sabe como acaban los pisapapeles... de tope de puerta... porque para sujetar los papeles ya estamos los clips... aunque en algunos momentos se olviden de nuestra existencia.

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